miércoles, 22 de junio de 2016

Capítulo 9: Al utilizar la vista como sentido principal se pierden un montón de estímulos que el cerebro filtra.

Los ciegos utilizan todos los sentidos, en cada momento. Esos estímulos: olfativos, táctiles, sonoros… les llegan a todo el mundo pero el cerebro los minimiza en beneficio de la vista.
Intenta explicarnos que ser ciego no es como ellos piensan. El ciego pierde estímulos importantes, se encuentra con muchas dificultades y se siente perdido… Pero no queda otra opción que la adaptación y, tras mucho esfuerzo, descubrir que se gana un montón de cosas que antes no podías ni imaginar.

En casa nunca lo sobreprotegieron por lo que, al enfrentarse a las dificultades, tenía mucha confianza ganada. Poco a poco fue siendo independiente. Ciego o no, debía valerse por sí mismo.
Como sus padres no le transmitieron que aquello fuera una fatalidad, él seguía haciendo su vida como si no se hubiese quedado ciego. Corría y se chocaba con los arboles; cogía la bici…

Sus padres decidieron mandarlo a un internado de la ONCE. Les preocupaba que tuviera los mismos problemas que su hermano. El colegio seria su hogar durante varios años, y en la despedida no hubo lágrimas. Lo único dicho fue: ‘estudia y trabaja mucho’. Cuando llegó al internado todos los niños sabían nadar, menos él ya que nunca se había atrevido meterse en la playa. Le daba miedo.

Poco a poco aprendería y en poco tiempo, ir a la piscina se convertiría en su momento favorito. Allí encontró a ramón, que no solo fue su monitor sino su maestro, su hermano mayor. Gracias a él llego a ser quien es.

Le obligaba a repetir un ejercicio, una y otra vez, hasta que lo hacía perfecto. Fue su maestro, su hermano mayor. Gracias a él llegó a ser el nadador que ha sido, porque le enseñó la técnica perfectamente. Lo obligaba a repetir un ejercicio, una y otra vez, hasta que lo hacía perfecto. Le dejaba los mejores libros de este deporte. Algunos estaban descatalogados, él los escaneaba y los iba leyendo en braille. No solo le enseñó a nadar, también le transmitió valores.

Le costó adaptarse al colegio, y muchas veces, tanto en clase como en el patio, se abstraía. Desarrolló un mundo imaginario muy rico, hacia el que se evadía en tanto que era más fácil que enfrentarse a los problemas de ser ciego. Como en tu imaginación no tienes limitaciones, puedes conducir un coche si quieres.

Un día, al terminar de comer con sus padres, se dio cuenta de que no se había enterado de nada y de 
que estaba haciendo lo mismo que su hermano. Se quedaba abstraído en su imaginación; se evadía de la realidad. Entonces se obligó a no imaginar. Eso fue lo que determinó que no entrase en ese estado de huida, y que se centrase en la natación… porque vio que era lo único que lo podía salvar.


Aquellas Navidades empezó a flojear, y un día no fue. El entrenador le dijo: ‘Tu verás, pero como sigas así no vas a llegar a nada en la vida’. Fue cuando le respondió que no faltaría más. No volvió a faltar ni un solo día desde el 3 de enero de 2002 hasta las primeras Paralimpíadas de Atenas. Pasase lo que pasare, Enhamed tenía que ir. 

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