Aunque en lo deportivo sentía que su etapa como jugador se
había acabado, esos dos años se dejaron experiencias maravillosas con
extraordinarios compañeros, entrenadores y todo el entorno del equipo, cuya
calidad humana era inmejorable.
El artífice de todo era Mauricio Geraldina; sin
duda, el mejor general manager de Europa en aquel período. Su calidad humana
era sin duda su punto fuerte; su honestidad, su capacidad para empatizar y para
crear sinergias le permitía muchas veces fichar a jugadores por menos dinero
que otros equipos. Su gran obra fue crear de la nada uno de los mejores equipos
de Europa en la década de los 90 y principios del año 2000, en el que había
mucho talento, pero sobre todo destacaba por la gran calidad humana de sus
componentes.
No puede dejar de citar a dos de ellos: uno es Marcelo Nicola,
uno de los jugadores con mayor talento que ha visto y una gran
persona. Siempre dispuesto a ayudar a los demás. Para él el ejemplo de lo que
un jugador ha de hacer en la pista en cada momento para ayudar a su equipo a
ganar.
La demostración de que en el
baloncesto se puede ser un auténtico número uno y el líder de un equipo campeón
sin necesidad e meter demasiados puntos. Un líder al estilo de Fernando Martín,
que no necesitaba hablar mucho para imponer un respeto y que hacía de su
entrega, su pasión por el juego, sus ansias de ganar y su corazón los
argumentos principales para que el resto del equipo lo siguiera.
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