Cuando cumplió 25 años volvió a Madrid. Por suerte no todo
era la natación en su vida, daba formación y conferencias sobre su experiencia.
Además quiso seguir avanzando en su conocimiento interior. Se matriculó en otro
curso de Tony Robbins, de una semana de duración.
Se produjeron más cambios dentro de él durante ese curso.
Decidió ir a EE.UU a estudiar inglés motivado por Rick, un amigo que conoció
esos días y que se convertiría en el pilar fundamental de su futuro en San
Francisco. Su viaje salió sobre ruedas. Se fue ocho meses a vivir con una
familia que no conocía en Boston, una ciudad completamente nueva.
Las primeras semanas fueron muy duras, se obligó a no leer
ni hablar en español. Entre las clases, visitaba la ciudad, conoció gente en
bares y cafeterías, se relacionó con el profesor particular que contrató y con
la familia que vivía, se sumergió en el idioma… Acabó aprendiendo.
La familia con la que vivió fue una pieza clave en su
aprendizaje de la lengua y de la cultura de del país. El primer día, el abuelo
le dijo que para ellos era un miembro más de la familia. Y así se lo
demostraron en cada celebración familiar, en cada momento bueno o malo.
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