Durante los días siguientes, hicieron más y más kilómetros
en bici. También corrieron y corrieron por Lanzarote. Un viernes no tenía
ninguna gana de salir. Hacía viento y parecía que iba a llover, pero Ana y
Andreu insistieron. Llevaban seis kilómetros de carrera cuando empezó a llover.
Recuerda que notaba cómo la arena le arañaba la cara y las piernas. Todo se había
puesto realmente difícil y su estado de ánimo empezaba a fallar.
Si estás demasiado confiado, tienes que entrenar el estado
de ánimo de la incertidumbre. Pero si lo que sientes es incertidumbre, debes
practicar el estado de ánimo de la certeza. Si estás demasiado enfadado, tienes
que perseguir la calma. Y si te ves muy calmado, encuentra una chispa de rabia
que te espabile.
Aquel viernes se sintió a punto de desfallecer. Se
arrepentía del momento en el que decidió apuntarse al Ironman. De pronto, en su
cabeza sonó una canción de los Rollings. La música le inspiró e hizo los
mejores seis kilómetros de su vida. Consiguió correr a una velocidad que ni
habría imaginado el día anterior, y lo hice casi sin darme cuenta.
Hay que saber provocar ese estado de ánimo, sin olvidar que
el equilibrio no es un botón que se enciende y se apaga, sino un proceso
cambiante y en movimiento, por lo que provocar ese estado lo imposibilita.
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