Los días fueron pasando y a finales de abril llegó con todas
sus energías al europeo de Berlín. Hizo un récord del mundo casi por sorpresa.
Empezaron los entrenamientos para el europeo, que también
eran en Berlín, en el mes de julio. Los entrenadores le corrigieron la técnica
y él se guio por ellos. Aunque consiguió tres oros, una plata y un bronce, le
ganaron por primera vez en los 100 metros mariposa. Hacía cinco años que nadie
le ganaba.
Si Enhamed hubiera sido un poquito más listo se habría dado
cuenta de que, o cambiaba, o los JJOO se iban al garete. En el europeo, decidió
competir bajo sus reglas y ganaron tres oros, una plata y un bronce. Pero la
competición no había sido buena… Empezó a ver que las cosas no iban bien. Pero
todavía no sabía cuál era la causa aunque, con el tiempo y los errores, llegó a
una conclusión.
Era una cuestión de velocidad, al nadar los 100 metros
mariposa y los 100 metros libres. Los entrenadores siempre le aconsejaban
empezar más lento y acabar con más energía los últimos metros de la prueba.
Pero Enhamed era velocista, sólo sabía salir al máximo.
En el europeo de Berlín salió con una intensidad menor de la
que necesitaba. Por mucho que aceleraba, al final, no llegó al resultado. Para
colmo sintió que, aunque estaba exhausto, todavía le quedaba un extra. Su
frustración fue enorme.
Llegó un momento en el que el agobio, la desgana y la
desidia fueron tan invalidantes, que un jueves por la tarde se fue del
entrenamiento y no volvió a la piscina hasta el lunes por la mañana. Con todo
ese cúmulo de circunstancias, llegó a los JJOO de Londres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario