No sabía cuántas pedaladas había dado ya. Habían sido una
tras otra las que lo habían llevado hasta allí. El sol seguía dándole en la
espalda.
Andreu decía que iban a bajar la velocidad porque sólo quedaban
12 km. Él guiaba. Llegaron a una rotonda. De pronto, escuchó una ovación. Mucha
gente los animaba. Por fin, habían llegado. Estaban eufóricos.
Ahora sí que se sentía capaz de terminar el Ironman. Todo
estaba en su mente. Durante el Ironman realmente iba a necesitar toda esa
energía tectónica para correr como nunca lo había hecho.
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