sábado, 4 de junio de 2016

Capítulo 21: La Euroliga: el tíulo que se resistía

Ganaron la eliminatoria y se clasificaron para la Final Four de Atenas. Estaba a punto de se campeón de Europa, o así lo creía. Quedaban sólo dos partidos para lograrlo. Pero una vez más se impuso la máxima del deporte: los partidos no se ganan en los pronósticos sino en la pista. Eran los favoritos, habían perdido sólo dos o tres partidos en todo el año.

Sin embargo, hicieron uno de los peores partidos que recuerda y perdieron metiendo muy pocos puntos. Tenían mucho más talento, pero no supieron cómo jugar aquel partido. Estaban demasiado bien acostumbrados a ganar de manera fácil, basándose sólo en el talento. El entrenador del otro equipo planteó el partido de modo que tenían que jugar de un modo distinto y ante la sorpresa el bloqueo fue conjunto. 

Sentían no solo que les habían ganado, sino que habían perdido la oportunidad de oro para ganar el título más importante. Les gano el equipo que más concentrado había estado y que mejor había ganado el partido. Era el primer año en el que estaban juntos y no habían crecido lo suficiente ni mental ni espiritualmente como equipo. Tenían talento pero les faltaba saber reaccionar juntos y no individualmente en los momentos de sufrimiento. 

La vuelta a España y a la rutina de los entrenamientos fue dura, pero quedaba la Liga y había que ganarla como fuera. El equipo sacó todo su orgullo y lo consiguieron. Estaban muy contentos, pero sabían que les había quedado una asignatura pendiente con la Euroliga y no veían la hora de que llegase y jugasen el partido pendiente. Su segunda temporada en esta nueva etapa fue extraordinaria. Tuvo mucha más relevancia en el equipo y no sólo en defensa. Se sentía cómodo y su personalidad como jugador creció muchísimo.

Con respecto al equipo, las cosas no fueron del todo bien, pues perdieron la Copa del Rey y además los eliminaron de la Euroliga a cuartos de final. Justo en le prime partido del play-off.  Las críticas fueron otra vez mordaces y salvaron la temporada ganando la Liga, aunque en el interior todos sabían que podían haber hecho más.

Esa temporada le dejó además otro gran reglado: conocer al que se convirtió en una especie de hermano mayor para él, Joe Arlauckas. El hecho de ser compañeros de habitación ayudó a que pasaran mucho tiempo juntos y a que se instaurara entre nosotros una relación especial. Además de ser un orgullo y un privilegio haber jugado con él, ya que ha sido uno de los mejores jugadores que ha habido en Europa, lo que se llevará para siempre es su gran humildad y su enorme corazón. Si fue un orgullo y un privilegio jugar con él, tenerlo como amigo lo supera con creces. 

Ese verano fue muy especial, porque en lo personal contrajo matrimonio y en lo profesional fue convocado 
con la selección sub-23 para jugar el Campeonato de Europa en Eslovenia. Ese campeonato fue una experiencia maravillosa porque ganaron la medalla de bronce por lo cual los recuerdos de aquel torneo son muy especiales.

La temporada 1994-1995 empezó con un gran cambio, ya que el entrenador de los últimos dos años, Clifford Luyk, fue destituido y se ficho a Obradovic, ganador por entonces de dos Euroligas. El cambio fue radical, porque Clifford era un hombre de casa. Cliffoord era, es y será siempre un pilar fundamental de lo que significa el Real Madrid. Primero como jugador y más tarde como entrenador. Ha sido uno de los principales responsables del prestigio que tiene  hoy en día el equipo de baloncesto. 

Sin duda, uno de los pocos madridistas verdaderos que conoció. Cercano a los jugadores, entrañable como amigo y como persona. Cuidaba y anteponía siempre los intereses del club a los de cualquier cosa. Obradovic tenía otro perfil tanto a nivel técnico como personal. Ganador nato como Clifford pero con la cultura de la antigua Yugoslavia ajeno a la casa. Además era consciente de que lo habían fichado para ganar la Euroliga y se centró en ello. Trabajo, trabajo y trabajo. Sandre, sudor y lágrimas en cada entrenamiento con dos lemas por bandera: lo que no te mata te hace más fuerte y el fin justifica los medios.


Recuerda los primeros días de pretemporada como el periodo en el que más ha entrenado en toda su vida. Sesiones de tres oras por la mañana y otras tantas por la tarde en las que conseguían llevarlos más allá de lo que hasta entonces pensaban que eran sus límites físicos y mentales. Todo estaba diseñado para que, desde el primer día, pensaras, entrenaras y jugaras como si se tratase de la final de la Euroliga.

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