Al regresar de Pekín la atención mediática era enorme.
Durante las siguientes semanas lo invitaron a dar charlas, entrevistas, e
incluso volvió al instituto a contar su experiencia. Le dieron medallas al
mérito deportivo y un sinfín de reconocimientos. Marcaría un antes y un después
en su vida.
Pasó de ser una persona más, alguien que iba solo a
entrenar, a que todo el mundo le mirara y le aplaudiera. Se había pasado mucho
tiempo preparándose para los JJOO sin llamar la atención, y de repente, el foco
estaba puesto sobre él.
Un día era una persona importante y, al siguiente, no era
más que un desconocido que a nadie le importa. Hay que perseguir cualquier
logro bajo el reconocimiento personal. Todo lo demás pasa. Lo bueno, y lo malo.
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