sábado, 4 de junio de 2016

Capítulo 23: Sueños rotos

Sus dos últimas temporadas en el Real Madrid fueron muy complicadas en todos los sentidos. En lo personal fue un período doloroso debido a su divorcio y en lo deportivo fue el comienzo de una sucesión de decisiones que llevaron al Real Madrid a perder durante mucho tiempo todo su prestigio y a echar por borda tantos años de trabajo.

Todo esto influyó en él de manera muy acusada porque empezó a sentir, por primera vez desde que se había incorporado al club a los trece años, que no estaba en el sitio adecuado, que algo no funcionaba, que se había producido una ruptura.

Poco a poco fue superando su situación personal, pero en el panorama deportivo las cosas iban de mal en peor. Malas decisiones, mal ambiente y en consecuencia, malos resultados. Encadenaron dos años sin ningún título y lo que es peor sin construir nada para el futuro y sin visos de hacerlo. Terminadas estas dos temporadas, el verano de 1999 le iba a deparar una de las mayores sorpresas de mi vida hasta entonces. Al concluir la temporada todo era una incógnita, ya se hablaba de muchos cambios de jugadores, incluido el entrenador. 

A él le quedaban dos años más de contrato, de modo que, aunque la cosas no iban bien y no se sentía a gusto con lo que veía ni vivía, no contemplaba la posibilidad de irme. Llevaba catorce años en el club, los cuatro últimos como capitán del primer equipo. Tenía veintisiete años y dos años más de contrato, así que sus planes pasaban por cumplirlo, jugar algunos años más, retirarse en el equipo de su vida para quedarse trabajando en el club que era su familia.


Pero, una vez más, la vida,la gran maestra, le enseñó que lo único cierto es el cambio. Todas aquellas extrañas sensaciones y pensamientos de los últimos meses tuvieron su culminación con el anuncio del nuevo entrenador del equipo. Posteriormente al anuncio de esta noticia fue convocado por el director general del equipo, que le comunicó que dicho entrenador había decidido no contar con él. 

No argumentó justificación deportiva porque no la había y solo que entonces conocían lo que estaba pasando entendieron los motivos reales de aquella decisión, en la que se mezclo su vida privada con la profesional. Su sueño se había roto. Decir que aquella noticia dolió sería un eufemismo.

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