Volvió a la agridulce realidad de sus entrenamientos el 14
de octubre. Tenían una reunión de equipo con Vaquero, en el centro de Alto
Rendimiento de Madrid. Empezaron a hablar de las pruebas de Pekín. A Enhamed le
gustó su actitud, dijo que estaba muy bien que al final hubiera conseguido cuatro
medallas de oro, pero que había muchas cosas que mejorar.
Curiosamente, el entrenador del equipo olímpico de los que
no tienen problemas de visión, sí le felicitó. Aunque se dedicaba a la
natación, hizo algunos cambios en su vida. Empezó ADE. También empezó a salir
bastante porque, después de haber trabajado tanto, tenía ganas de irse de
fiesta.
El miércoles 11 de marzo, por fin, les dijeron que les iban
a dar al perro. Fue un mes muy interesante.
Por la mañana entrenaban al perro y
por la tarde se iba a entrenar el gimnasio. También se dedicó a comer mucho,
porque lo mismo les daba una hamburguesa que una tortilla gigante, para
desayunar. Fue como estar otro mes de vacaciones. Aunque en realidad no paraba.
Regresaron juntos a España y, a partir de entonces, fueron
dos. Con el tiempo, Gayla y Enhamed conseguirían entenderse.
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