sábado, 4 de junio de 2016

Capítulo 22: Lo que hace grande a un equipo es el alma

En el deporte por equipos hay una gran diferencia entre tener buenos jugadores, ser un buen equipo y ser un gran equipo que gana títulos. Tener buenos jugadores es relativamente fácil, ya que se puede conseguir con dinero.

Para formar un buen equipo es preciso que las cualidades técnicas de cada jugador se pongan al servicio del grupo. En cambio, para llegar a ser un gran equipo que gana títulos, se necesita tener algo más: que el equipo tenga alma. Y el alma de ese equipo se construye desde lo profundo de cada uno. Desde esa profundidad individual cada uno trasciende de su actuación personal y su protagonismo y se pone al servicio del equipo. 

El talento es importante, pero es el alma la que es imprescindible. El alma de ese equipo campeón se perdió en los años posteriores porque los jugadores que habían ayudado a construirla ya no estaban. Durante las dos siguientes temporadas llegaron jugadores nuevos, todos de gran nivel.

Llegaron a varias finales y ganaron una Copa Saporta, pero no se logró instaurar ese espíritu. A su juicio la diferencia entre aquel equipo que fue campeón de la Euroliga y el equipo posterior es que la columna vertebral de aquél estaba constituida por jugadores que habían crecido en el club o que habían llegado a él siendo muy jóvenes. No fue cuestión de ser ni mejores ni peores, sino de un sentimiento de pertenencia que no se puede adquirir de un día para otro. Son experiencias, enseñanzas, formación, educación… Son valores que te van formando, que te ayudan a adquirir una identidad determinada y un compromiso con el club. Esto es mas factible a través de una cantera, transmitiendo la filosofía del club a los jugadores desde que son unos chavales.


La columna vertebral de un gran equipo que gane títulos con continuidad debería estar formada por jugadores que estén unidos por esos valores. Se pueden ganar títulos con equipos hechos de otra manera, cantera transmiten valores diferentes que dejan huella en el tiempo. Son los principios compartidos de sus integrantes los que unen a un vestuario y logran que se superen los egoísmos personales. Si éstos no existen, cuando los objetivos no se consiguen, todo se desmorona.

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