La sal del mar se colaba entre sus labios, pero siguió nadando.
No le costaba mucho esfuerzo deslizarse entre las olas. Cuando metía la cabeza
en el agua estaba solo, en silencio. En el agua iban al ritmo de Andreu; él
tenía que dirigir. Le tocaba buscar huecos donde entraran los donde entraran
los dos. Iban unidos a través de una cuerda de goma y tenía que seguirlo,
confiar en él.
Andreu decidió nadar hacia las cuerdas. Bracearon hacia
aquella dirección y una mano tiró de la goma hasta el punto de casi arrancarla
de pierda. Gracias a un impulso medio inconsciente, tensó los dedos de los
pies. Justo a tiempo de no dejarle escapar. Si se hubiera soltado habrían
perdido un montón de tiempo hasta volverse a atar.
Durante la prueba iba pensando en la gente que le estaba
viendo, los motivos por los que habían ido y la motivación que les habría
llevado hasta el Ironman.
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