Antes de hacer el Ironman, se preparó el Medio Ironman de
Sevilla. Fue como la prueba de fuego para saber si iban bien preparados. Tras
muchas peripecias llegaron a meta con un tiempo de 4.00.40 y, mientras
levantaba los brazos, pudo sentir la alegría de todas esas personas que no se
conocían en absoluto…pero se consideraban partícipes de que él hubiese llegado
hasta el final.
En Sevilla experimentó otra forma de competir que no había
vivido en el deporte olímpico. Las personas que participaban, se animaban unas
a otras. Lo mejor fue la celebración, porque allí no se aclama a quien ha
ganado, sino el hecho de haber terminado.
Después, siguieron entrenando duro para el Ironman de
Lanzarote; él se sentía muy fuerte. La natación fue fácil y, para el resto de
las pruebas constató que Andreu le había hecho un entrenamiento muy bueno. Así,
con pequeños ajustes técnicos y muchas horas de esfuerzo, llegó el gran día.
Con la sensación en el cuerpo de estar ante un momento muy importante, pusieron
rumbo a boxes.
En ese momento, repentinamente, se encontró solo. La arena
se deshacía bajo sus pies, un ligero viento se movía entre ellos, pero, por un
instante, sólo estaba él con su cuerpo y con todo un futuro en blanco ante él.
Es una sensación maravillosa, en la que tienes la certeza de que todo es
posible.
Tras sumar cientos de horas de entrenamiento, dolores
físicos y, sobre todo, mucho estrés para compaginarlo todo, finalmente llegó el
día de la prueba. Un reto más en su azarosa vida. Ese era el gran reto: ser
capaz de llevarse al límite. Probar su fuerza de voluntad cuando el cuerpo dice
‘basta’.
Completar una de las pruebas deportivas más duras del mundo, siendo
ciego.
Se habían preparado para ello y estaban a punto de comenzar.
Participar en la prueba de natación del Ironman es lo contrario a deslizarse
por la calle de una piscina olímpica. Los nadadores se transformaban en una
marabunta donde todo el mundo golpea a todo el mundo. En el deporte olímpico,
si tu rival te toca, está descalificado. Nada más meterse en el agua ya tenía a
tres tipos encima de su espalda. Más de dos mil personas se intentaban abrir
paso en las aguas de Lanzarote.
Tenía que ir con cuidado para no salir
magullado. Tenía que ir con cuidado para no salir magullado. Tener
paciencia, en esos momentos, es muy importante para que no saliese agotado en
la primera prueba. No le quedaba más remedio el hecho de que iba a recibir
golpes, tener que asumirlo y procurar seguir con su objetivo.
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