miércoles, 22 de junio de 2016

Capítulo 20: Mis esfuerzos empiezan a dar frutos

El 2003 pintaba bien, parecía un chico más… Pero no lo era. Cuando acababan las clases y la natación, muchas veces se veía solo. A pesar de que lo apreciaban, sus amigos no se lo llevaban fuera cuando salían de fiesta o iban al cine. La natación seguía siendo lo que le daba un cierto sentido a su existencia. Se centró en eso; se aferró al deporte para no sufrir.

En el recorrido hacia la meta, los contratiempos siempre aparecen; en el suyo no iba a ser menos. Estaba entrenando para competir en Argentina… y estuvo a un paso de no poder hacerlo. En un entrenamiento rutinario, una chica que venía en dirección contraria se metió el doble dedo en el ojo.

Lo tuvieron que llevar al hospital, donde le dijeron que no podría nadar durante un tiempo. Se recuperó y tuvo que entrenar más duro, pero consiguió estar listo para Argentina. Cuando uno tropieza tiene que volver a levantarse; sacudirse la tierra y seguir caminando. Lamentarse no vale de nada.

Al año siguiente, sus esfuerzos en la piscina empezaron a dar sus frutos. En Canadá ganó dos platas y cuatro bronces. Nunca había competido en esa modalidad, y consiguió un récord para España, que no se lograba desde 1988. Mientras luchaba duro, en el instituto se encontró que lo habían suspendido todas las asignaturas.


Tuvo que echar mano de su autocontrol y asumir que, a veces, las cosas no son como uno quiere. Es mejor manejar la frustración. 

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