Él era el solitario de la casa porque sus juegos estaban
basados en la imaginación y en hacer cosas con maderitas; sus demás hermanos no
eran tan imaginativos. La comida en casa era muy rutinaria: pan con aceite,
estofado de carne o pescado frito. Pero, hubiese lo que hubiera, él no comía
mucho.
Con el que más jugaba era con su hermano pequeño. Cogían cilindros
de propagando, los enrollaban y fingían que eran espadas con las que peleaban.
Escenificaban lo que veían en la tele. Sus otros hermanos jugaban bastante a
las cartas, que a él no le interesaban pues no llegaba a verlas bien. Ya debía
de estar perdiendo vista aunque no se dieran cuenta.
Le encantaba crear construcciones con maderitas que
encontraba. Cuidaba mucho de sus juguetes. Aunque el resto de sus hermanos se
los destrozaban. Todo esto forma parte de la vida dentro de una familia
numerosa y son esas pequeñas cosas las que le permitían crecer sin estar
sobreprotegido.
Siempre creció un poco aislado del mundo. Tenía inquietudes
que no sabía lo que eran y para las que nadie en su entorno encontraba una
respuesta.
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