miércoles, 22 de junio de 2016

Capítulo 59: El quinto elemento, tú

Alfred y él estaban bajando el Kilimanjaro como locos. Era la alegría de haber conseguido el objetivo. Cuando llegaron a la ciudad, se dio cuenta que de las últimas 36 horas habían caminado 18. De golpe, la comida y la bebida le sabían mucho mejor. El suelo plano le parecía una bendición.

En el avión de vuelta a casa se puso a pensar en cómo podía ayudar a los demás.
Decidió marcharse a San Francisco. Acompañado por Gayla, como siempre. Durante un año ha recorrido diferentes estados. Ha descubierto su forma de vivir y el mosaico de todas sus diferencias.

Una vez más se ha apuntado a otra aventura; está preparando la maratón de Nueva York. Una vez más se ha aventurado a un reto deportivo. Quiere participar y dar algo de él en este país. Así que ha empezado a entrenar para ello.

En estos meses ha viajado por varios estados de EEUU, ha conocido a grandes personalidades y ha podido hacer cosas increíbles, como caminar por encima de las brasas sin quemarse por séptima vez. Una experiencia asombrosa, que le enseñó de lo que la mente es capaz.

Durante ese año en EEUU ha podido sanar muchas heridas. Ahora ha llegado a una etapa con un sueño mucho mayor que subir a un podio y que le cuelguen muchas medallas de oro al cuello, mientras suena el himno de España.

En el momento en el que escribe este libro se encuentra en Australia, cumpliendo otro de sus sueños. Siempre quiso venir allí, desde que caminando cerca de la playa con su primera novia, vieron un anuncio de un viaje a Australia y Nueva Zelanda. Y aquí está, cumpliendo un sueño más.
Enhamed ya tiene nuevas metas. Después de Australia va a correr la maratón de Nueva York. Y luego quiere cruzar EE.UU en bicicleta durante 50 días. Quiere pedalear desde San Diego hasta Nueva York.

Capítulo 58: El pico de la libertad

Querían coronar Uhuru, el pico más alto. Uhuru significa en suajili: ‘el pico de la libertad’. Enhamed dependía de sus guías para todo. Antes de hacer nada tenía que esperar a que le dieran indicaciones. 

No podía arriesgarse a andar solo porque podía haber un agujero o precipicio.
Pasada la medianoche salieron de nuevo a caminar. Se dedicaron a andar y andar. La marcha comenzó a ser muy difícil, tenía náuseas y ganas de vomitar. No podía comer nada. Continuaron montaña arriba.

Al esfuerzo de caminar se unía que tenía que ir concentrado en lo que decían. Si dejaba de escucharles, se tropezaba.


Pero, por fin, llegaron a la cima. ¡Lo habían conseguido! ¡Era increíble! Parecía mentira. Estaban eufóricos y se abrazaron. Enhamed golpeó el cartel del Kilimanjaro, sacando con ello el cúmulo de sentimientos que llevaba dentro.

Capítulo 57: Trabajo en equipo

Una vez llegaron al refugio se fueron a dormir pronto a la cama. Cuando sonó el despertador, solo habían dormido cuatro horas. Preparó su mochila y se la puso al hombro.

Caminaron de noche para coronar al amanecer y bajar antes de que el sol golpeara con fuerza el monte Neru. Mientras avanzaban, lo iban avisando de los obstáculos que aparecían en el camino: escalón, zanja, piedra, raíz. Esa fue su última rutina durante horas.


Avanzaban a trompicones. Tardaron cuarenta y cinco minutos en subir un tramo de nada. Por fin, tras 6 horas, llegaron a la cima del monte Meru. Era una cima muy estrecha, donde los esperaba un cartel que indicaba la altura a la que estaban y un congratulation. Para sus compañeros había un premio más: la vista. Desde ese lugar tenían una perspectiva privilegiada del Kilimanjaro. Mientras bajaban, sus compañeros le describían el paisaje. 

Capítulo 56: Nuevo reto a 6000 metros de altura

Tras terminar el Ironman, la prensa volvió a ponerle de ejemplo. Todos querían entrevistarle o hacerse una foto con él.

Sin embargo, otro reto le esperaba. Antes de la prueba de triatlón, le propusieron participar en una expedición hasta la cima del Kilimanjaro. No lo dudó. Siempre le habían fascinado las montañas. El reto de coronar una montaña de casi 6.000 metros le provocaba mariposas en el estómago.
Embarcaron llenos de ilusión y ganas de poner la bandera de Gran Canaria en el punto más alto de África.

Tras treinta y seis horas de viaje llegaron al hotel, ubicado en medio de Tanzania. Dejaron las cosas y descansaron. Cuando amaneció se prepararon para ir al Parque Natural de Arusha, donde está el monte Meru. Sus 4.500 metros los van a servir para entrenar y a que el cuerpo se acostumbre a la altura. Caminaron seis horas hasta el refugio Saddle, a 3580 metros. 

Capítulo 55: Llegada a meta

En el kilómetro treinta y cuatro, su cuerpo se rebeló, su estómago decidió que era el momento de sacar fuera todo lo que llevaba dentro. Tenía ganas de llorar, de escapar de ese dolor. Tras sacar toda el agua ingerida en los últimos 30 minutos, le pidió a Andreu que le diera un instante. Era el momento del recurso mental definitivo; solo quedaban ocho kilómetros y era lo que le argumentaba a su mente.

Tras haberse separado cuerpo y mente en los últimos 4 kilómetros, ahora, debían unirse más que nunca. La sombra pasó a formar parte de la energía que necesitaba para terminar, su mejor Enhamed apareció para llevarle hacia la meta del Ironman Lanzarote 2014.

En el último kilómetro, la gente empezó a gritar con más ganas; su sonrisa se mezclaba con una emoción indescriptible. Mientras los speakers anunciaron por los altavoces, Andreu, Gayla y Enhamed cruzaron la meta del Ironman. Una meta que, hacia unos meses, muchos creían imposible; incluso él mismo lo pensaba hacia tan solo dos años.

Se abrazó a Andreu y le agradeció, de todo corazón, que lo hubiera ayudado a lograr su sueño. No dejó de repetirle, entre lágrimas y con una gran sonrisa: ‘tío, lo hemos hecho’. Enhamed abrazó a Gayla mientras ella lo lamía.


Había conseguido todo lo propuesto. Tenía el record del mundo que tanto había deseado. Había demostrado con creces que su ceguera no era una limitación. Ahora era momento de descasar, dedicar más tiempo a su vida personal. Y respirar el aire puro de tierras lejanas. 

Capítulo 54: Viajes que abren la conciencia

En agosto le entraron ganas de volver a casa, así que preparó su regreso. Pero sólo estuvo unos días. En seguida se apuntó a otra aventura, se fue a Nepal con Rick. Los invitaron a conocer un proyecto que había organizado Linda, una británica que pedía a empresarios que fueran a la zona y vivieran la realidad del lugar donde deseaba poner en marcha la iniciativa.

Al volver trabajó dando algunas conferencias y empezó a plantearse un nuevo reto deportivo. El Ironman de Lanzarote, pero sólo tenía siete meses para preparármelo. Su entusiasmo consiguió engatusar a Andreu para ser su entrenador y guía. Con ese pacto se marchó, una vez más, de viaje. Se fue a hacer un curso de meditación en India. Aprendió a entrar en contacto con su yo más profundo, a despertar su conciencia.


En menos de un año había viajado alrededor del mundo, de EE a Nepal, de España a la India. Enhamed siempre fue una persona inquieta que necesitaba estar eternamente en movimiento.

Capítulo 53: Proyectar hacia fuera

Cuando cumplió 25 años volvió a Madrid. Por suerte no todo era la natación en su vida, daba formación y conferencias sobre su experiencia. Además quiso seguir avanzando en su conocimiento interior. Se matriculó en otro curso de Tony Robbins, de una semana de duración.

Se produjeron más cambios dentro de él durante ese curso. Decidió ir a EE.UU a estudiar inglés motivado por Rick, un amigo que conoció esos días y que se convertiría en el pilar fundamental de su futuro en San Francisco. Su viaje salió sobre ruedas. Se fue ocho meses a vivir con una familia que no conocía en Boston, una ciudad completamente nueva.

Las primeras semanas fueron muy duras, se obligó a no leer ni hablar en español. Entre las clases, visitaba la ciudad, conoció gente en bares y cafeterías, se relacionó con el profesor particular que contrató y con la familia que vivía, se sumergió en el idioma… Acabó aprendiendo.


La familia con la que vivió fue una pieza clave en su aprendizaje de la lengua y de la cultura de del país. El primer día, el abuelo le dijo que para ellos era un miembro más de la familia. Y así se lo demostraron en cada celebración familiar, en cada momento bueno o malo.