martes, 24 de mayo de 2016

Capítulo 8: La peor noticia del mundo

Una vez concluido el campeonato, fue a la selección nacional y, de esa manera, empezó con la dinámica de competir durante los veranos. Así empalmaba con la temporada siguiente con apenas unos días de descanso.

Su segundo año como cadete fue clave en su crecimiento como persona y como jugador.

En septiembre, al comienzo de la pre-temporada, unos dolores de espalda le obligaron a dejar de entrenar. Tras pruebas de todo tipo, el médico redactó un informe en que aseguraba que tenía que abandonar la práctica del deporte debido a una lesión incurable de espalda. 

Tenía tan solo quince años y lo recuerda como si fuese ayer. Todos sus sueños de niñez se desvanecieron. Empezó un plan de recuperación con el preparador físico del equipo. Gracias a él y a sus contactos en Alemania pudo ir a un especialista de dicho país el cual le diagnosticó una malformación en las vertebras y le habló de una larga y dolorosa rehabilitación si quería volver a jugar. 

Cuando ya nadie creía en él se cruzó en mi vida Pedro Chueca, fisioterapeuta de la selección nacional cadete. Con él empezó un duro proceso que finalmente tuvo sus resultados y volvió a jugar.

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