La separación de unos padres marca inevitablemente la
infancia de una persona. Ésta es la parte de su vida en la cual se forma la
estructura de su carácter y en la que adquieren hábitos de los que será
complicado liberarse en el futuro. Dicho esto, cada persona tiene la capacidad
y la responsabilidad de modificar cualquier pauta. De forma que toda la gran
circunstancia e influencia de tu entorno, en especial las de tu infancia,
deberían ser tomadas como conflicto a resolver y como primera gran lección de
la vida.
El primer instinto del ser humano es el de la supervivencia
física, pero ésta llega no sólo por la comida y la bebida, sino sobre todo por
darle un sentido a nuestra vida. Nuestra primera gran prueba es sobrevivir
nuestros padres. Entender que tenemos que desaprender muchas de las cosas que
nos enseñan las personas que nos han traído al mundo para llegar a ser nosotros
mismos; es un gran conflicto, pero es sin duda el primer paso para darle ese
sentido del que hablaba a nuestra vida.
Se dice que quien no tiene hijos es egoísta, pero en la
opinión de nuestro protagonista aún podría más tenerlos si ello comportara que
los padres obliguen a los hijos a ser de una determinada manera. Es entendible
el afán protector, pero otra cosa muy distinta es tratar de inculcar e imponer.
Nadie puede hacer el recorrido por ti. Lo más importante en la relación de los
padres con los hijos es que cualquier cosa que se diga o se haga debe estar
hecha con el corazón, de forma pura y sin esperar nada a cambio.
Es uno mismo el que debe construir su propio camino, porque
cada uno de nosotros tiene un karma que cumplir y un propósito personal que
sólo él puede descubrir. Ésta es la razón por la cual hay que librar
inevitablemente esa batalla de sobrevivir e ir más allá de las ideas que te
transmiten y te inculcan desde pequeño. Hasta que no logres pensar por si mismo
no eres libre.
Los partidos no se ganan en la última jugada, sino desde la
primera. Los campeonatos no se ganan al final de la temporada sino de la
pre-temporada. El camino para llegar a lo más alto en tu vida no empieza a los
veinticinco o treinta años, ni si quiera a los quince o veinte. Aunque pueda
parecer que somos débiles y que necesitamos protección, la verdad es que
estamos perfectamente capacitados para empezar a construir ese camino hacia la
cumbre desde muy pequeños.
Da gracias a sus padres por la ayuda y haber sabido
gestionar una situación complicada. Ser hijo de padres divorciados es muy
doloroso a veces y desestabiliza y escuchar opiniones contradictorias y
sentirte dentro del conflicto, pero pudo lograr fortaleza en lugar de tristeza
y desamparo.
La sociedad debería reflexionar sobre el rol de la familia.
Tener descendía es inherente al ser humano y es necesario para la evolución. Si
aspiramos a tener una sociedad más equilibrada en todos los sentidos debemos
ser consciente entre la diferencia de tener hijos y ser padres. No existe tarea
social más importante que ayudar a crecer a un hijo.
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