En el verano de 1985 su padre lo llevó a un campus en
Oviedo. En dicho campus participaban entrenadores de las mejores canteras de
España y allí conoció a Ángel Gonzalez Jareño, entrenador del equipo infantil
del colegio del Buen Consejo.
Este colegio era por entonces filial del Real
Madrid. A los pocos días de finalizar el campus llamó a su casa Clifford Luyk
jefe de la cantera del Real Madrid, para decirle que querían ficharme. Para la
mayoría de chavales habría sido una noticia extraordinaria pero para él fue una
gran noticia pero no una sorpresa porque lo esperaba.
Estaba seguro de que todos
nacemos con cualidades únicas pero la mayoría de gente no las desarrolla porque
conforme crecemos el entorno y la sociedad hace que las olvidemos. Por
desgracia, se desaprovecha una gran cantidad de talento y se desarrollan
personas frustradas e infelices que luego rendirán muy pocos en sus trabajos.
Todos debemos tener la capacidad de proyectarnos en el futuro y eso es a veces
muy difícil.
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